Tras la reciente conmemoración del Día Internacional de la Mujer, en la que miles de mujeres salieron a las calles para exigir justicia y protección de sus derechos, uno de los temas más debatidos ha sido la destrucción de imágenes o monumentos por parte de agrupaciones feministas.
Una integrante de los colectivos, quien prefirió mantener el anonimato, explicó que aunque esta acción genera rechazo entre sectores ajenos al movimiento, se trata de una forma de resignificar, visibilizar y denunciar nuevas demandas sociales a través del espacio público.
Argumentó que históricamente ha sido una herramienta utilizada en distintas revoluciones y movimientos de lucha, ya que permite captar la atención de autoridades y de la sociedad al generar incomodidad sobre las exigencias del feminismo.
A su vez, destacó la diferencia entre vandalismo e iconoclasia, señalando que mientras el primero es un acto de destrucción sin justificación ideológica clara, generalmente ligado al desorden o el daño intencional a la propiedad, la iconoclasia tiene una carga simbólica y política.Sin embargo, lamentó que se dé más importancia a estos actos que al verdadero propósito de las marchas, como visibilizar las desapariciones forzadas de mujeres y los distintos tipos de violencia que enfrentan, como la sexual, física, emocional, laboral y económica.