El Vaticano confirmó la mañana de este lunes 21 de abril el fallecimiento del Papa Francisco a los 88 años, quien perdió la vida en su residencia de la Domus Santa Marta debido a un derrame cerebral que provocó un colapso cardiovascular, una noticia que ha conmocionado profundamente tanto al mundo católico como a millones de personas alrededor del mundo, pues se trató del primer líder de la Iglesia católica originario de América Latina.
La visita del Papa Francisco a Ciudad Juárez el 17 de abril de 2016 unió a diversas comunidades, desde los habitantes locales hasta los migrantes en tránsito hacia Estados Unidos, quienes encontraron en su mensaje una fuente de esperanza y fortaleza espiritual en una región marcada por la violencia, según señaló el rector del Santuario de San Lorenzo, Alfredo Abdo Rohana.
El padre Abdo Rohana subrayó que el encuentro del Papa con los internos del Centro de Reinserción Social (Cereso) 3 permitió abrir un espacio de reflexión sobre el perdón, la reintegración y la justicia restaurativa, destacando la importancia de la compasión y la oportunidad de transformación que el Papa ofreció a quienes se encuentran en situaciones de encierro.
Por su parte, el excronista de Juárez, Raúl Flores Simental, recordó el ambiente festivo y lleno de emoción que se vivió durante el recorrido del Papa por la ciudad, destacando que la comunidad no solo esperaba ser el centro de atención, sino recibir un mensaje que diera visibilidad a las personas marginadas, criticara las políticas migratorias estadounidenses y cuestionara las estructuras del sistema capitalista que afectan a la región.
El también docente en la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez (UACJ), subrayó el impacto profundo de las palabras de la interna Évila Quintana, quien, con una claridad conmovedora, le habló al Papa sobre su vida marcada por malas decisiones y una falta de oportunidades que la llevaron al encarcelamiento.
Su intervención no solo visibilizó el sufrimiento de aquellos que enfrentan la justicia, sino que también reflejó la lucha interna de quienes, como ella, anhelan una oportunidad de cambio, demostrando el poder de la autoconciencia y la lucha por la redención.En su discurso, Quintana reveló que las palabras del Papa no solo les ofrecieron consuelo, sino una visión renovada de su futuro, al recordarles que, a pesar de las barreras que parecían imposibles de superar, tenían el poder de transformarse, de reconstruir sus vidas desde adentro.
A través de la fe y el apoyo inquebrantable de sus seres queridos, les dio una nueva razón para creer en la esperanza y en su capacidad de redimir el daño que una vez causaron, alentándolas a nunca perder de vista su humanidad y el potencial de cambio.
